7 lecciones del lobo de Wall Street

La historia de Jordan Belfort ofrece información útil sobre lo que hay que tener en cuenta al tratar con un gestor o un asesor financiero.

Valerio Baselli 11/05/2021
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Leonardo di Caprio in Wolf of Wall Street

"Me llamo Jordan Belfort. El año en que cumplí 26 años, gané 49 millones de dólares, y me cabreó mucho porque me faltaban tres millones para ganar un millón a la semana". Así comienza El lobo de Wall Street, una película inspirada en una historia real que fue nominada al Oscar y que también desató una agria polémica en Estados Unidos entre la asociación que representa a 1.500 víctimas estafadas por Belfort y el director Martin Scorsese. Y, en efecto, la película no está a la altura cuando se trata de describir a los millones de víctimas desposeídas por Belfort.

Quién sabe cuántas personas salieron del cine imaginándose en la piel de este jovencísimo corredor de bolsa que se hizo multimillonario a principios de los 90, aunque con medios a menudo ilícitos. Pues bien, los inversores inteligentes deberían haber salido del cine con ciertas lecciones bien grabadas en sus mentes.

 

Asesores sospechosos

Es mejor no confiar su dinero a un corredor de bolsa desconocido o a un asesor que no esté afiliado a una empresa de asesoramiento. Hay profesionales serios en los despachos pequeños, pero también hay gente mala en los despachos con una tradición gloriosa.

No se detenga en sus propias credenciales

Si decide trabajar con un corredor o asesor menos conocido, al menos debería poder confiar en la persona que maneja su dinero. No puede confiar sólo en las referencias que le dan directamente. Obténgalos usted mismo de forma independiente.

La información de la empresa debe ser sólida y clara

Como hemos dicho, antes de tomar una decisión, siempre es bueno investigar sobre el tema. Los que trabajan bien lo hacen todo con transparencia, y no debería ser difícil recoger información o confirmaciones sobre su comportamiento y conducta empresarial. Los que sólo tratan de vender su rendimiento sin ser transparentes en todo lo demás, empezando por su proceso de inversión, son sospechosos.

Ética: Si la pierdes una vez, la pierdes para siempre

Con el dinero, no hay término medio. Si uno se pasa de la raya una vez, no puede volver atrás. "No empecé con la quiebra ética. Vendí mi alma poco a poco. Pasé a los malos a través de una serie de pequeños pasos casi imperceptibles", dice Belfort en su autobiografía.

Cuidado con los grupos exclusivos

La adulación es tan antigua como el tiempo: "Tengo una clientela muy exclusiva, pero tú puedes formar parte de ella". Eso es exactamente lo que hizo Bernard Madoff. Y en cuanto hay que pagar para formar parte de un grupo exclusivo, hay que dar la voz de alarma.

Cuando parece demasiado bueno y demasiado fácil, a menudo lo es

Todo el mundo busca el camino más fácil y rápido para conseguir su objetivo, y el ámbito financiero no es una excepción. Cuando alguien le ofrece unas condiciones y un proceso que son demasiado buenos para ser verdad, tiene que hacer el doble de preguntas e investigar el doble. De nuevo, las asombrosas rentabilidades ofrecidas por Madoff durante años son un ejemplo perfecto.

Los reguladores tienen sus límites

Las autoridades reguladoras y supervisoras son muy importantes, pero confiar ciegamente en ellas es un poco ingenuo. Los inversores deben ser los primeros en controlarse ellos mismos y a los profesionales con los que tratan.

 

En este sentido, cabe destacar el testimonio de Belfort sobre el escrutinio de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) que ha soportado durante años. "Esa agencia en sí misma es un error. No tiene fondos ni personal suficiente. Hay que desmantelarla e incorporarla a una agencia gubernamental más eficiente", afirma. En la época de Stratton Oakmont, la SEC envió allí cuatro equipos de investigadores en dos años. Eran niños. Llegaron y no sabían nada del negocio de los valores. En ese momento, hacía todo lo posible para que mis actividades parecieran legítimas. Les dábamos decenas, cientos de miles de hojas de pedido, y mientras ellos estaban ocupados tratando de encontrar el arma homicida, nosotros ganábamos toneladas de dinero."      

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Sobre el Autor

Valerio Baselli

Valerio Baselli  es Senior International Editor de Morningstar.

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