Hace casi cuatro años, el entonces Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, dijo que la libra se estaba comportando como una divisa emergente. No era un cumplido, por supuesto. Se refería a que la moneda británica estaba volátil y era propensa a repentinas pérdidas de confianza. Y no era un caso aislado. El otoño pasado la libra sufrió otra crisis, rozando brevemente la paridad con el dólar. Lo mismo ocurrió con el euro hace un año.
Estos episodios demuestran, entre otras cosas, la supremacía del dólar sobre otras divisas. Al fin y al cabo, es la principal moneda de reserva a escala internacional, un símbolo del poder económico estadounidense y un punto de referencia útil para los inversores en materias primas, divisas y acciones de todo el mundo. Cuando las cosas van mal económicamente, los inversores recurren al dólar (y al yen) en busca de consuelo.
Si trabajas en Estados Unidos, cobras en dólares, ahorras en dólares e inviertes en dólares, puede que la influencia política de Estados Unidos en los asuntos mundiales no te moleste, pero posees una moneda fuerte. ¿O no? Los expertos llevan muchos años esperando una crisis del dólar y puede que algún día tengan razón. Además, algunos países de mercados emergentes están empezando a hacer planes para evitar el famoso billete verde.
Desdolarización
El ataque al dólar está ahora tan de moda que existe una palabra para designarlo: desdolarización. De hecho, uno de los puntos del orden del día de la cumbre de los BRICS celebrada en agosto en Johannesburgo era reducir la dependencia del dólar estadounidense mediante un "Nuevo Banco de Desarrollo" con sede en China. Si quieren hacerse una idea de la credibilidad mundial de este evento, el propio Vladimir Putin dio una videoconferencia.
La lista de mercados emergentes que se han desplomado frente al dólar es larga. Y ni siquiera se trata de desplomes temporales. El rand sudafricano, la lira turca, el real brasileño e incluso el peso argentino han vivido una experiencia cercana a la muerte: el dólar estadounidense se cambiada por 3 pesos argentinos en 2003. Ahora se cambia por 350.
Está claro que algo falla, al menos desde el punto de vista de los mercados emergentes, que ya están hartos de los golpes recibidos. Un planteamiento es unirse a China. La única voz contraria es la del candidato presidencial argentino Javier Milei, que quiere abandonar el peso y hacer del dólar estadounidense la moneda del país. Como es natural, el peso se ha desplomado como consecuencia de sus planes. Cabe preguntarse si éste es el futuro de las divisas emergentes.
Este enfoque puede parecer pragmático. Depender menos de los próximos movimientos de la Reserva Federal puede ser incluso un paso positivo para estos países. Pero Estados Unidos debería tomar nota de estos movimientos, especialmente si los países de Oriente Medio empiezan a mostrar su músculo financiero.
Un ejemplo reciente es India, que pagó el crudo de Emiratos Árabes Unidos utilizando la moneda local en lugar del dólar estadounidense. Para poner esto en contexto, India compró petróleo ruso barato que Occidente no puede comprar debido a las sanciones. Por tanto, no se trata de meras decisiones financieras, sino de una subversión activa de la visión del mundo dominante (y centrada en Estados Unidos). Del mismo modo, Turquía, que ha vendido armas a Ucrania, ha atraído a exiliados rusos y ha mediado en el acuerdo sobre cereales entre ambos países, ha conseguido de algún modo mantener la paz con Estados Unidos.
En el pasado, los países ávidos de recursos que necesitaban comprar materias primas simplemente tenían que pagar en dólares. Ahora están empezando a eludir el coste inicial de la compra de materiales denominados en dólares y los costes de transacción.
Por otra parte, los países productores de materias primas se han beneficiado del fortalecimiento del dólar. Como está descubriendo Japón este año, una moneda más débil puede ayudar a las exportaciones. Además, los países emergentes están cobrando en dólares por sus recursos naturales, lo que aumenta su valioso fondo de reservas de divisas.
También es posible vincular sus monedas al dólar, como en Hong Kong y Arabia Saudí. Mantener la vinculación puede evitar verdaderos colapsos, pero puede resultar extremadamente costoso para los países que tienen que comprar moneda local para sostener el tipo de cambio.
El impacto sobre la deuda
Otro impacto de esta misión antidólar se dejará sentir en la deuda de los mercados emergentes. Uno de los avances de la era posterior a la Guerra Fría fue la apertura de los mercados de deuda a los inversores extranjeros. China, un país donde los dirigentes tienen un poder más o menos absoluto, comercializó su deuda soberana y demostró ser popular. La economía estaba bien gestionada -al menos para un Estado en desarrollo- y ofrecía rendimientos decentes.
Para los inversores occidentales ávidos de rendimientos, esto parecía una buena contrapartida: los países emergentes tenían una prima debido a su estatus, pero tenían un menor riesgo de impago. Así que recibían flujos vitales de dólares y el mundo rico obtenía altos rendimientos. Aquí es donde entra en juego la dependencia del dólar: si se produce una crisis de la moneda local, uno sigue teniendo que hacer frente a sus obligaciones en dólares, y este proceso puede ser costoso. Brutalmente caro.
Los países emergentes han vinculado sus monedas al dólar en el pasado. Muchos todavía lo hacen. Existe una vasta literatura académica sobre el tema, que va más allá del alcance de este artículo, pero es un tema fascinante.
Un ejemplo reciente de impago en dólares es el del promotor inmobiliario chino Evergrande, que dejó de pagar su deuda en 2021. Aunque los gobiernos emergentes no suelen caer en impago, puede ocurrir. Las agencias de calificación crediticia tienen mucho poder en el mundo emergente, así que en teoría los posibles inversores en deuda tienen información creíble sobre la probabilidad de impago. Ahora que en Occidente los tipos de interés son más altos, los inversores en bonos no tienen por qué ir tan lejos para obtener un rendimiento: un bono del Tesoro estadounidense a dos años paga algo más del 5%.
China es un caso fascinante de la cambiante relación entre los mercados emergentes y el dólar. Con la apertura de su economía al exterior y la abolición de los controles de cambio, ha surgido un nuevo paradigma. Anclado al dólar estadounidense hasta 2005, el yuan se devaluó para mantener la competitividad de las exportaciones del país. Este sistema funcionó durante varios años: Estados Unidos compraba productos chinos baratos producidos con mano de obra barata y la economía china se disparaba.
En 2016, el yuan chino entró en la lista de divisas "de reserva" y es una de las monedas más negociadas del mundo. Pero las predicciones del sorpaso del dólar estadounidense se han desvanecido, como muestra este gráfico del FT. Pekín ha intervenido recientemente para apoyar al yuan, cuya economía se tambalea por el temor a la deflación.
Riesgo cambiario
¿Y los inversores en renta variable? Los inversores europeos no tienen una experiencia sin fricciones si quieren exponerse a los mercados emergentes, porque la mayoría de los fondos emergentes cotizan en dólares. Cuando uno compra participaciones en un fondo, intervienen tres divisas: el euro, el dólar y la divisa emergente en la que cotizan los valores.
Aunque el euro ha experimentado una ligera recuperación este año, una divisa débil puede en realidad aplanar la rentabilidad a corto plazo. En este sentido, existe la posibilidad de comprar un fondo en euros o adquirir una versión cubierta contra el riesgo de cambio (que, sin embargo, tiene un coste).
En este sentido, conviene estar atento a las cifras de rentabilidad. A veces se dan en moneda local y otras en dólares estadounidenses. Estos datos pueden ser muy diferentes, sobre todo si el par de divisas ha variado mucho durante el año. Los rendimientos pueden parecer extraordinarios en un caso y menos en otro, y el efecto de la divisa puede ser el factor determinante.
En 2016, The Economist publicó una portada titulada The Mighty Dollar (El Potente Dólar). Parece que fue hace mucho tiempo. Se desconoce si su hegemonía continuará, pero los tipos de cambio siempre serán una parte absolutamente esencial de la inversión en mercados emergentes y de la inversión en general.