Mercados asiáticos: en el filo de la navaja

Tras la crisis del 97 las economías asiáticas han corregido parte de sus desequilibrios y presenta ciertamente unas potencialidades enormes (sobre todo China). Pero, hoy en día, su mayor peligro es precisamente lo que hace unos años era su principal fuerza, es decir, su gran dependencia de las exportaciones con fuerte componente tecnológico hacia Estados Unidos y Japón.

Fernando Luque 06/08/2001
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Comportamientos dispares

La crisis argentina ha vuelto a encender las luces de alarma en los mercados emergentes. Pero, a pesar de un cierto efecto contagio, no todos los mercados emergentes (Latinoamérica, Sudeste Asiático, Europa del Este,...) responden a las mismas características macroeconómicas ni muestran los mismos comportamientos bursátiles. Las distintas bolsas asiáticas por ejemplo registran comportamientos muy dispares en lo que vamos de año. Podemos en efecto encontrar bolsas con subidas extraordinarias en los siete primeros meses de este año como por ejemplo la de Indonesia (24% en euros para el índice MSCI Indonesia) y sobre todo la de Shangai (con ganancias de más del 80% - en divisa local - para el índice SSE 30 de las acciones B). Pe

ro hay bolsas que acumulan sonoras caídas, en particular la de Singapur (-16%) o la de Hong Kong (-11%).

El Sudeste asiático no es Latinoamérica

Aunque los inversores suelen considerar los mercados emergentes como un todo sin discriminar entre una región y otra, es importante recalcar que existen diferencias fundamentales entre ellas a nivel macroeconómico. Por ejemplo, si comparamos la situación del Sudeste Asiático y Latinoamérica podemos encontrar diferencias notables.

En primer lugar conviene recordar que el Sudeste Asiático ya vivió en el 97-98 su particular crisis financiera que supuso un notable “adelgazamiento” para sus divisas y el abandono del sistema de tipos de cambios fijos (excepto para Hong Kong cuya moneda sigue ligada al dólar estadounidense, China y Malasia).

La segunda gran diferencia es que, tras esta crisis, las economías del Sudeste Asiático (beneficiándose de las fuertes depreciaciones que sufrieron sus divisas) han basado su crecimiento casi exclusivamente en las exportaciones, dirigidas sobre todo a Estados Unidos y Japón. En algunos países como Singapur, Malasia o Hong Kong las exportaciones a estos dos países representan más de un 30% de su P.I.B (datos de 1999). En Latinoamérica, por el contrario, las exportaciones a Estados Unidos y Japón apenas representan el 1 y el 2% para países como Brasil y Argentina respectivamente (datos de 1999 – el caso de Méjico es algo distinto ya que este país sí que depende mucho de sus relaciones comerciales con Estados Unidos).

Pero también es importante indicar y es fundamental para entender la situación actual, que las exportaciones asiáticas hacia Estados Unidos y Japón tienen un fuerte componente tecnológico (sobre todo en material electrónico). Por ello el Sudeste Asiático ha sido una de las regiones que más han podido beneficiarse del crecimiento norteamericano en la última parte de los años 90 y es también el factor que explica que la región haya salido tan rápidamente de la crisis.

La situación financiera de las economías del Sudeste Asiático también es mucho más saneada que las del continente sudamericano. Una de las consecuencias positivas de la crisis del 97-98 ha sido una drástica disminución de la deuda externa a corto plazo y la reconstrucción de las reservas de divisas. Por el contrario, las economías latinoamericanas (el caso argentino es muy ilustrativo en este sentido) están mucho más endeudadas y siguen sufriendo una fuerte dependencia hacia el capital extranjero para financiarse.

Tecnodependencia

Del cuadro macroeconómico que acabamos de describir para el Sudeste Asiático se desprende que el mayor riesgo para la región es la actual desaceleración que está padeciendo Estados Unidos y, en particular, la que está sufriendo el sector tecnológico. De hecho las previsiones del Banco de Desarrollo Asiático apuntan a que la mayoría de países de la región reduzcan su crecimiento hasta niveles inferiores al 5% frente a crecimientos del 6% en el 99 y del 7% en el año 2000. Incluso algunos expertos indican que una pronta recuperación en Estados Unidos no significaría una inmediata recuperación de la región debido a la sobrecapacidad tecnológica de las empresas norteamericanas.

El gran problema del Sudeste Asiático es que sus economías han estado tan preocupadas por exportar a Estados Unidos y Japón (era la forma de salir rápidamente de la crisis) que se han olvidado de cuidar su demanda interna.

Pero además de este riesgo del lado del crecimiento de la economía estadounidense también existe el riesgo de un yen débil por parte de Japón que igualmente dificultaría sus exportaciones (esto fue de hecho uno de los desencadenantes de la crisis del 97).

El caso de China

China, sin lugar a dudas, constituye un caso muy particular dentro de las economías asiáticas ya que su modelo de crecimiento no responde al mismo patrón que los demás países de la región. Su crecimiento (7,8% a fecha de junio de este año) depende, en efecto, más de la demanda interna y menos de las exportaciones con lo que se ve menos afectada por la desaceleración americana. Pero el país también se encuentra frente a unos retos importantísimos.

El primero de ellos es su próxima entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esto supondrá un paso importante hacia una economía de mercado con la supresión de tarifas y barreras de entrada pero también una fuerte entrada de capital extranjero en sectores como el bancario, el de telecomunicaciones o el de la distribución.

El segundo, y ya conocido de todos, es la organización en Pekín de los Juegos Olímpicos en 2008, evento que también debería suponer un extraordinario tirón para toda la economía del país.

Por último, otro de los aspectos positivos que tenemos que destacar es la gran reforma del mercado financiero que ha iniciado el Gobierno de Pekín. El pasado 26 de febrero, por ejemplo, autorizó a los inversores chinos a comprar “acciones B” en los mercados bursátiles, una categoría reservada a los inversores extranjeros y denominadas en dólares (hasta ahora sólo podían comprar “acciones A” denominadas en yuan). La reacción fue explosiva. En el sólo mes de marzo el índice SSE 30 de las acciones B de la bolsa de Shangai subió un 70% (frente a “apenas” un 7% para las acciones A) y el índice Shenzen B más de un 100%. También es cierto que existía una diferencia importante entre las acciones A y B de una misma compañía. Pero las reformas no se paran ahí. El Gobierno chino también tiene intención de permitir la creación de verdaderos fondos de inversión tal como los conocemos en nuestro país (hasta el momento sólo existen algunos fondos “cerrados”) y de autorizar a los planes de pensiones invertir una parte de su patrimonio en acciones.

En todo caso no deberíamos olvidar que China, al igual que todo el continente asiático, aún sigue pendiente de una profunda reforma de su sistema bancario que sigue siendo dirigido desde el propio estado con las ineficiencias que esto supone.

Ni tampoco deberíamos obviar el riesgo político que pesan sobre algunos países (como por ejemplo Filipinas o Malasia) y que podrían desencadenar nuevas crisis en la región.

¿Cómo invertir en la región?

Las dificultades de comprar directamente acciones en las bolsas asiáticas y el gran desconocimiento de las empresas que cotizan en ellas hacen que los fondos de inversión especializados en la región sea el instrumento idóneo para el que quiera invertir en ellas. Hay básicamente dos tipos de fondos: los que invierten en toda la región de forma diversificada (pero con fuerte peso en Hong Kong) y los que lo hacen de forma más especializada en países en concreto. Evidentemente los primeros conllevan menos riesgo que los segundos pero, en todo caso, conviene recalcar que los mercados asiáticos son muy especulativos debido no sólo a que son mercados emergentes (y como tal más susceptibles de sufrir el contagio de otras regiones del mundo como puede ser Latinoamérica) sino también a la propia naturaleza de los participantes en sus mercados (de sobra es conocida la afición al juego de los asiáticos).
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Sobre el Autor

Fernando Luque

Fernando Luque  es el Senior Financial Editor de www.morningstar.es

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