El discurso tradicional sobre los mercados emergentes es que es un tipo de activo en el que hay que invertir a largo plazo. Pero lo cierto es que, si miramos estos últimos cinco o diez años, los fondos de mercados emergentes, aunque han ofrecido rentabilidades positivas para sus partícipes (en torno a un 6% anualizado en euros en ambos periodos), se han quedado muy por debajo de sus homólogos desarrollados (un 11% y 9% en euros a 5 y 10 años respectivamente). Además, la volatilidad de los emergentes ha sido superior en estos dos periodos. Pero hay esperanza de que la situación cambie. En los últimos 3 años las rentabilidades son similares para los emergentes y los desarrollados (entre un 3 y un 4% anualizado) y en los últimos 12 meses (con datos a finales del primer trimestre de este año) la rentabilidad de los emergentes supera ampliamente a la de los desarrollados: en ese periodo el MSCI World ha bajado un 1% en euros mientras que el MSCI Emerging Markets ha subido un 9%.
A pesar de los malos resultados relativos a largo plazo, en nuestra opinión, el argumento para tener exposición a los mercados emergentes se mantiene intacto.
Sin duda, el argumento principal para invertir en las bolsas emergentes hoy en día es su atractiva valoración en comparación con las de las bolsas desarrolladas. De hecho, el diferencial de valoración (a favor de los emergentes y medido por el PER de Shiller) no ha sido tan grande como en la actualidad.