La inversión pasiva está creciendo a un ritmo acelerado en todo el mundo. Los inversores son cada vez más conscientes de que vigilar las comisiones de gestión es la forma más directa de maximizar sus rentabilidades a largo plazo. Sin embargo, aunque necesarios, unos bajos no son una condición suficiente para asegurar que un fondo pasivo consiga cumplir nuestros objetivos.
En efecto, unos bajos costes sirven de poco si uno no tiene la distribución de activos adecuada. Y en lo que a fondos pasivos se refiere, la distribución de activos es determinada por el benchmark. Esto significa que el punto de partida del proceso de selección de un fondo pasivo no deberían ser los costes, sino entender si el índice de referencia del fondo ofrece la exposición que uno está buscando.
Los inversores están hoy en día confrontados con una creciente oferta de fondos pasivos- fondos índice tradicionales y ETFs. El asunto de la selección del benchmark se está convirtiendo en una tarea cada vez más compleja en un mercado de fondos pasivos donde la renta fija y la beta estratégica están realizando progresos importantes. Este último campo, en particular, es un área en la que podemos decir que no hay dos índices idénticos. Una constante innovación es lo que caracteriza el desarrollo de los benchmarks, sin mencionar que permite también a los proveedores de fondos diferenciarse entre ellos. Por último, esto obliga a los inversores a realizar un due dilligence sobre los índices.