Impacto del ataque a EEUU sobre las divisas

Aunque tras el ataque a EEUU la atención de los inversores ha estado centralizada en la reacción de los mercados bursátiles, no conviene olvidar que existen otros temas de preocupación. Uno de ellos es el potencial impacto sobre los tipos de cambio de las principales divisas del mundo.

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En primer lugar, los inversores no deben olvidar que las fluctuaciones de las divisas pueden tener un impacto importante sobre la rentabilidad de sus inversiones. Pongamos el caso de un inversor español que haya invertido sus ahorros en acciones americanas. Pues bien, si estas acciones suben pero al mismo tiempo el dólar registra una fuerte caída frente al euro, entonces este inversor puede llegar a sufrir una pérdida en su cartera.

Pero incluso los inversores que mantienen todas sus inversiones en activos nacionales pueden sufrir indirectamente el impacto de los movimientos de las divisas. Generalmente los bancos centrales adaptan sus tipos de interés con el fin de mantener sus monedas en unos niveles razonables y estos movimientos, lógicamente, tienen un efecto sobre el precio

de las acciones.

En el caso del ataque terrorista a los Estados Unidos es importante insistir en que no es el impacto destructivo directo - tan terrible en pérdidas de vidas humanas - el que representa una amenaza para el dólar. Los economistas recalcan que el impacto directo de la destrucción del World Trade Centre es muy pequeño si lo comparamos con el tamaño de la economía estadounidense.

Por el contrario, el ataque sí que ha provocado un daño a la reputación de Estados Unidos como un lugar seguro para las inversiones. Y esto podría tener un efecto importante sobre la cotización del billete verde.

Indicios de vulnerabilidad

No cabe duda de que el dólar ya mostraba indicios de vulnerabilidad antes del ataque de la semana pasada. Muchos analistas consideraban que el dólar estaba sobrevalorado. En este sentido el ataque terrorista ha sido el catalizador de la caída del dólar más que su causa.

En la segunda mitad de los años 90 el dólar se revalorizó de forma desproporcionada respecto al crecimiento económico de Estados Unidos. De enero de 1996 a junio del 2000, el billete verde ganó más de un 40% frente al euro-marco alemán. Aunque el fuerte crecimiento estadounidense puede ciertamente ser responsable de parte de esta fuerte subida, no lo puede desde luego explicar en su totalidad.

El argumento más comúnmente admitido para explicar la subida del dólar durante ese periodo es que los inversores extranjeros compraron acciones americanas, lo cual implica un cambio de sus monedas a dólares y una revalorización del dólar.

Hace poco el Financial Times (17 de Agosto de 2001) describió este fenómeno como una estructura piramidal. A medida que los inversores extranjeros compraban acciones estadounidenses, el precio de estas acciones subía alimentando la demanda.

Ese flujo de capital extranjero permitió a los Estados Unidos mantener su déficit comercial y al mismo tiempo inflar artificialmente el valor del dólar frente a las otras divisas. Esta situación era insostenible a largo plazo. Incluso antes del ataque de la semana anterior era evidente que cualquier shock podía parar la subida del dólar.

Por lo tanto, aunque el dólar haya permanecido relativamente estable durante estos últimos años, convendría vigilarlo de muy cerca. El potencial de volatilidad que esconde es muy importante aunque de momento no hay saltado a la luz.

Oferta monetaria

Además, los recientes recortes de tipos de interés podrían agravar aún más el problema al incrementar la oferta monetaria en la economía. Michael Hughes, el jefe de inversiones de Baring Asset Management, considera que la oferta monetaria en Estados Unidos ya estaba creciendo mucho más rápidamente que la producción industrial. El crear más dólares podría conllevar una pérdida de valor respecto a las otras divisas como el euro.

También sería un error ver el problema de la sobrevaloración del dólar como un problema exclusivamente americano. El estado de la divisa americana tiene implicaciones importantes para las economías y los mercados financieros del resto del mundo.

Por ejemplo, un dólar a la baja afectaría a aquellos países que mantienen fuertes lazos comerciales con Estados Unidos ya que con un dólar más flojo los bienes americanos serían más baratos. Esto desde luego no sería una buena noticia para los exportadores europeos o japoneses.

En todo caso conviene insistir en que en un clima tan inestable como el actual es prácticamente imposible predecir cómo las divisas se comportarán las unas respecto a las otras. Numerosos factores - como, por ejemplo, el impacto de la respuesta militar estadounidense y la evolución de los precios del petróleo - tendrán una influencia en sus cotizaciones.

Pero la mayoría de los especialistas coinciden en que existe la posibilidad de que el dólar se deprecie frente a las otras divisas y, en particular, frente al euro. Y si esto se produce, tendrá un impacto importante y no sólo para los que tengan invertidos sus ahorros en fondos de acciones norteamericanas.
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