Las compañías inmobiliarias o REITs (por sus siglas en inglés) han sido históricamente capaces de proporcionar una diversificación interesante a una cartera de activos tradicionales de acciones y bonos a la vez que han ofrecido rentabilidades positivas. Estas características pueden llevar a algunos a clasificar los REITs como una inversión alternativa.
Para sentar las bases de este argumento, es útil definir primero lo que califica como una inversión alternativa. Aunque no hay una definición única, la mayoría de las alternativas comparten dos características distintivas. Prometen una combinación de rendimientos esperados positivos y una baja correlación con las acciones y los bonos.
Los REITs cumplen en cierta medida estos dos criterios. Durante las dos últimas décadas, (exceptuando la crisis financiera del 2008 en la que las correlaciones se dispararon) los REITs sólo han estado moderadamente correlacionados con las inversiones tradicionales, lo que indica que los REITs proporcionaron un beneficio de diversificación. En cuanto a rentabilidad, el comportamiento del sector inmobiliario ha estado en línea con el del mercado en su conjunto (o incluso, ligeramente superior).