El efecto perverso de la inflación

Aunque actualmente la inflación no es el mayor peligro al que están sometidas las principales economías del mundo, conviene recordar el riesgo que supone la inflación para las inversiones tanto en renta fija como en renta variable.

Fernando Luque 22/08/2001
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Muchos economistas coinciden en que hoy en día el mayor peligro para las economías desarrolladas (Estados Unidos, Europa y Japón) no es la inflación sino la desaceleración económica a la que están sometidas que podría desembocar en una recesión generalizada. Es cierto que este riesgo es actualmente el que más preocupa a los analistas pero no podemos por ello descartar por completo el riesgo que representa la inflación ya que sus efectos sobre los fondos de obligaciones y de acciones pueden ser bastante demoledores. De hecho el propio Banco Central Europeo parece más preocupado por las posibles tensiones inflacionistas (su objetivo principal y prioritario es controlar la inflación) que por la reactivación de la economía.

¿Qué es la inflación?

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Antes de entrar a fondo en el meollo de la cuestión conviene preguntarse qué es la inflación. En términos económicos, la inflación es básicamente un fenómeno monetario provocado por un exceso de cantidad de dinero en la economía. En términos más generales, podemos decir que la inflación es el aumento constante del coste de la vida. Todo el mundo sabe que lo que hace cinco años nos costaba x pesetas, hoy en día nos cuesta mucho más. Y lo que nos cuesta hoy x pesetas nos costará también más dentro de algunos años. Por lo tanto, la inflación también representa la pérdida de poder adquisitivo que sufrimos todos como consumidores.

Pero no todos los bienes o productos sufren los mismos aumentos de precios. En nuestro país por ejemplo si nos fijamos en los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) vemos que los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido casi un 7% en los últimos doce meses (datos de julio del 2001) mientras que el precio de las comunicaciones ha bajado un 0,1% en el mismo periodo.

Para medir el comportamiento de la inflación, se utiliza generalmente el Índice de Precios al Consumo o IPC. Es (según la definición del INE) una medida estadística de la evolución del conjunto de precios de los bienes y servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España. Es, en definitiva, el precio de una cesta de la compra aunque evidentemente cada familia o cada individuo tendrá su propio nivel de inflación ya que cada uno consumirá productos diferentes. Recientemente, también se está utilizando como referencia para medir la inflación el llamado Índice de Precios al Consumo Armonizado. Este también es un indicador estadístico de la inflación pero que permite realizar comparaciones entre los diferentes países de la Unión Europea.

Una inflación controlada

Actualmente en nuestro país la inflación se sitúa en torno al 4% en términos interanuales (3,9% en julio del 2001). ¿Es ésto un nivel alto o más bien moderado? Si analizamos la evolución de la inflación en los últimos años, podemos decir que los niveles actuales no son alarmantes (la media desde 1990 se sitúa ligeramente por encima del 4%) pero también es cierto que nuestra inflación se sitúa muy por encima de la inflación media de la zona euro (un 2,8% en el mes de julio).

En Estados Unidos, los niveles de inflación tampoco preocupan mucho (por el momento) a los analistas. El último dato sitúa la tasa de inflación en aquel país en el 3,2% (datos de junio). El sentimiento por lo tanto es que la inflación se mantiene de momento relativamente controlada lo que, por otra parte, ha permitido a la Reserva Federal practicar una agresiva bajada de tipos de interés en lo que vamos de año. Con el recorte de ayer, ya son siete las rebajas de tipos decididas por Alan Greenspan, bajadas que han situado los tipos a corto plazo en el 3,5% en Estados Unidos (comparado con el 6% en el que se encontraban a principios de año).

Sin embargo el riesgo inflacionario es un riesgo que no podemos descartar bien porque podría producirse una recuperación demasiado fuerte de las economías bien porque podríamos asistir a nuevos episodios de subidas de precio de la energía los cuales como sabemos afectan de forma especial a los IPC. Pero ¿por qué la inflación es tan importante en lo que respecta a nuestras inversiones?

Los bancos centrales y la inflación

En primer lugar, hay que recordar que el nivel de los precios de los bienes y servicios es una de las principales variables (aunque ciertamente no la única) que tienen en cuenta los bancos centrales (Banco Central Europeo y Reserva Federal norteamericana) para fijar sus políticas monetarias. Una inflación controlada por ejemplo facilita bajadas de tipos de interés. Alternativamente, los bancos centrales también utilizan los tipos de interés (aumentándolos) para contrarrestar una inflación demasiado galopante. Existe por lo tanto una relación estrecha entre tipos de interés a corto plazo e inflación. Pero esa no es la única razón por la que nos debemos preocupar por la inflación.

¿Por qué afecta al precio de los bonos?

Como su nombre indica, los títulos de renta fija pagan un tipo de interés preestablecido en forma de cupón. Cuanto más elevada sea la inflación, menor será el valor futuro de esos cupones y, por lo tanto, menor será el precio de los bonos u obligaciones que pagan esos cupones. Por lo tanto, a la renta fija (ni a los fondos de obligaciones) les gusta una inflación demasiado elevada ya que esto se traduce en subidas de tipos a largo y caídas de precios (y de valores liquidativos).



¿Cómo se traslada a las acciones?

El mecanismo por el cual los aumentos de inflación afectan negativamente a las acciones es en realidad múltiple.

En primer lugar, como acabamos de ver, una mayor inflación se traduce generalmente en un aumento de los tipos de interés de las obligaciones. Unos tipos de interés más altos aumenta el atractivo de los inversores por la renta fija en detrimento de las acciones.

En segundo lugar, unos tipos más elevados también aumenta la carga financiera de las empresas reduciendo sus beneficios. Esto, en principio, tampoco es bueno para las cotizaciones bursátiles.

En tercer lugar, el aumento de los tipos a largo afecta directamente a la valoración de las acciones ya que los analistas suelen utilizar métodos como los descuentos de flujos futuros (ya sean dividendos, cash flows,...) para calcular precios teóricos para las acciones. Por lo tanto, cuanto mayor sea el tipo de interés al que se descuentan estos flujos futuros, menor será la valoración de las acciones.

Por último, también hay que tener en cuenta que el hecho de que la inflación aumente más deprisa en un país respecto a otros supone una pérdida de competitividad para sus empresas y, en definitiva, también una menor valoración para sus acciones.
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Sobre el Autor

Fernando Luque

Fernando Luque  es el Senior Financial Editor de www.morningstar.es

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