Las bolsas han iniciado el año en números rojos, muy rojos. No hay ninguna categoría de Renta Variable que muestre por el momento rentabilidades positivas. Evidentemente, muchos inversores que habían apostado por este tipo de fondos están algo preocupados por sus inversiones y se preguntan qué tienen qué hacer con sus fondos de bolsa.
Primero quiero decir que nadie sabe qué es lo que harán los mercados en los próximos días. Nadie sabe si el desplome sufrido en este inicio de año es una corrección para seguir subiendo o si es el principio de un movimiento más profundo de caída para los índices bursátiles.
Por lo tanto lo más importante no es tanto preguntarse qué hará la bolsa desde los niveles actuales sino qué es lo que pretendía con su exposición a fondos de renta variable y si esta exposición tiene sentido considerando su perfil de riesgo.
Si usted es un inversor de largo plazo con una cierta tolerancia al riesgo y compró algún fondo de renta variable bien porque quería obtener a largo plazo una rentabilidad aceptable, bien porque quería darle un toque de diversificación a su cartera, diría que lo mejor es no reaccionar de forma instintiva a los movimientos del mercado. A largo plazo la renta variable sigue siendo a nuestro juicio el activo más atractivo para conseguir una rentabilidad decente, pero hay que estar dispuesto a soportar momentos de volatilidad como los vistos estas últimas semanas.
Además, como he dicho anteriormente, nadie sabe el devenir de los mercados a corto plazo sino también porque la propia operativa no invita demasiado a operaciones de corto plazo con fondos de inversión. Hay que recordarle que cuando uno compra o vende participaciones de un fondo no sabe a qué precio (o valor liquidativo) le van a aplicar (dependiendo de la gestora y del tipo de fondo le pueden aplicar el valor del día después o de dos días después de que el partícipe haya dado la orden de compra o de venta).
Ahora bien, siempre es mejor anticiparse a los acontecimientos que reaccionar a ellos. Quiero decir con ello que si uno ha tenido la suerte de estar invertido en renta variable en estos últimos años, una estrategia, desde mi punto de vista siempre recomendable, es ir reduciendo la exposición a aquellos activos que han subido de forma apreciable. Es una forma de rebalanceo que de alguna manera fuerza al inversor a renunciar a parte de las ganancias pero que le permite reducir el riesgo de su cartera.
